domenica 22 Dicembre 2024

¿En qué momento está la guerra?

Rusia, Estados Unidos, Europa, propaganda y negocios.

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Rusia y Estados Unidos: amor, odio, amor-odio, cooperación o rivalidad?


Para quienes son hinchas de manera frenética, a menudo histérica, esta pregunta no se plantea.


Algunos, con la bobada de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, se han dejado cegar por el esquema bipolar (que llaman multipolar) y apoyan sin reservas al llamado Sur Global, negándose categóricamente a reconocer su inmensa fealdad, mientras que vuelcan todas las atrocidades, reales o supuestas, sobre el llamado Occidente, y no ven más que estas: peor aún, no las atribuyen a una época concreta y las consideran insuperables. Como si dijéramos que Federico II de Prusia hubiera debido someterse a la entonces paradigmática blandura de los prusianos (en efecto, antes de que él interviniera, los prusianos eran todos chucrut y mandolina). O que San Francisco no hubiera tenido más opciones que compartir la corrupción eclesiástica o pasarse al protestantismo.

La posición axial que defiendo es la de hacer eje sobre nosotros mismos, es decir, sobre Europa, no para acceptar la cultura dominante de hoy, sino para revolucionarla, luchando al mismo tiempo –y con todas nuestras fuerzas– por su supervivencia física, energética y de poder.


Esto no puede hacernos mirar a otros actores sino desde la base de nuestra propia centralidad.


Rusia, por cálculo o por elección, estuvo alineada con Europa de 2001 a 2006, luego, poco a poco, eligió jugar de nuevo la carta de Yalta y aprovechar los enormes capitales que afloraron en sus arcas durante la crisis de 2008. Desde esa fecha, ha seguido siempre y únicamente una política antieuropea, concretada primero en la desestabilización y desmembramiento de Ucrania, iniciado al menos desde 2011, y luego en la ocupación de puntos estratégicos en nuestro sur, con amenazas sensibles y sustanciales para nuestro futuro de no ser esclavos. En otras palabras, Rusia está minando en todas partes nuestras posibilidades de regeneración y de autonomía estratégica e industrial, y lo está haciendo con gran alegría para los estadounidenses.

Registro unas risas tontas de quienes, en nombre de un cerebro binario, se burlan de mi tesis sobre la guerra estadounidense contra Europa librada por una infantería rusa.


No tengo idea de cuán creíbles eran los informes chinos, indios e italianos de enero de 2022 que hablaban de una invasión inminente acordada por Putin y Biden, una tesis que luego fue retomada en Irán en abril siguiente. Posible, pero secundario.


Lo que importa no son las “conspiraciones” sino los intereses objetivos
. Para evocar a Lenin, podemos hablar de la “unidad y división del imperialismo”. Si recorremos la historia de Rusia, al menos desde 1917, es evidente cuánto debe a los Estados Unidos: desde la tregua que permitió al Ejército Rojo no perder la guerra civil, hasta la financiación de su economía en bancarrota, pasando luego por la financiación y el armamento ruso durante la Segunda Guerra Mundial, continuando con la concesión de Roosevelt de sus zonas de influencia destinadas a paralizar a Europa.


Lo mismo ocurre con la creación de Israel y la descolonización. Un dúo que los más lúcidos definieron como “Imperialismo Ruso-Estadounidense”.


Esto no significaba que fueran aliados, sino cómplices. Cómplices-rivales, si se quiere, pero capaces de capitalizar su rivalidad para regimentar a sus satélites.


Los rusos, siempre inferiores a los estadounidenses en liderazgo, poder blando y resistencia, han intentado varias veces ser astutos. Sin embargo, el intento de engullir Afganistán fue demasiado arriesgado. Allí, la ayuda estadounidense cesó, y debido a esto y a su falta de consenso interno, la Rusia soviética implosionó. No fue atacada (¡desafortunadamente!) por Occidente, sino que implosionó. Y su desintegración también fue detenida con la intervención estadounidense, que comenzó precisamente con el desarme nuclear de Ucrania.

Cuando hablo de complicidad ruso-estadounidense, no me refiero (y he sido muy claro al respecto) a que los dos sean aliados explícitamente. Me refiero a que persiguen, o creen que persiguen, el mismo interés anti-europeo.
Los estadounidenses no arman solo a los rusos, como veremos más adelante, sino también a los ucranianos, y abiertamente, porque necesitan esta tensión al estilo de la Guerra Fría.


Una tensión que, en muy poco tiempo, ha frenado nuestras ambiciones y ha impulsado económica y energéticamente a los EE.UU., que ahora están perfeccionando sus avances estratégicos en todas partes, avances que también pueden agradecer a la guerra en Ucrania, principalmente en el Pacífico, mientras que sus industrias líderes han acumulado una ventaja enorme (de dos a diez años según el sector) en tecnología avanzada frente a China.

La invasión de Ucrania puso fin al uso planeado de minerales del Donbass por parte de Europa (que luego en gran parte fueron destinados a Black Rock…) decidido en julio de 2021. Las ambiciones expansionistas rusas se definieron menos de dos meses después. ¡Pero los rusos ya estaban activos contra nosotros en Libia y Malí. Ucrania fue la tercera etapa de la guerra de Rusia contra Europa.

En el Sahel, es el uranio para las plantas nucleares europeas lo que está siendo bloqueado por los rusos.

Sin embargo, los rusos suministran su uranio al sector nuclear estadounidense (al menos el 12% del total en EE.UU.).
Un enlace entre muchos:
https://scenarieconomici.it/a-maggio-gli-usa-comprano-una-quantita-reccord-di-uranio-arricchito-dalla-russia/

Es un interés mutuo porque los estadounidenses participan en el programa nuclear ruso:
https://it.insideover.com/energia/fiumi-di-miliardi-a-mosca-cosi-gli-usa-finanziano-il-nucleare-russo.html

Mientras tanto, el informe de la ONU de 2023 revela que el 72 % de los componentes del armamento ruso son de fabricación estadounidense, y este porcentaje puede llegar al 86 % si se suman los productores aliados de los EE. UU.


Además, los chips de los tanques rusos son estadounidenses y la casi totalidad de los programas de inicio y utilización de los misiles rusos son de producción californiana.

Por último, las revelaciones sobre cómo los estadounidenses han desplazado a los europeos en el campo petrolero ruso, con la expansión del gigante estadounidense SLB en la corte de Putin: https://www.ilfattoquotidiano.it/2024/08/16/financial-times-il-colosso-statunitense-slb-si-espande-e-investe-nel-settore-petrolifero-della-russia/7660319/

¿Eso qué significa?


Que existen intereses conjuntos rusos-estadounidenses en detrimento de Europa.


Que la guerra estadounidense contra Europa es librada por la infantería rusa en ofensiva, mientras que quienes la enfrentan para defender su independencia tienen el reconocimiento oficial estadounidense pero no un apoyo sustancial e incondicional, porque siempre hay la excusa de la “línea roja” que no se debe cruzar.


Para los estadounidenses, lo ideal es una guerra de desgaste con la creación de un telón de acero que prevea una división de Ucrania.

¿Así terminará?

Es probable. Sin embargo, la síntesis de los intereses también incluye intereses divergentes, y en cada ámbito, ya sea ruso, estadounidense o europeo, no todos los centros de poder están alineados.


Desde finales de los años cincuenta, la CIA actuó activamente para hacer entrar al Partido Comunista Italiano en el gobierno, pero siempre fue rechazada por la Embajada en Roma.


En cuanto a la “unidad y división” y complicidades complicadas, siempre pueden surgir situaciones desconcertantes. Sin embargo, estas serán siempre absorbidas por el interés dominante.

El momento crítico es ahora.


La contraofensiva ucraniana ha puesto sobre la mesa el “problema nuclear”, que es una gran farsa pero puede servir para forzar a las dos partes a sentarse a la mesa de negociaciones, dado que el ejército ruso ha estancado mucho más de lo previsto y ha revelado enormes defectos.


El problema es que, o la amenaza nuclear “desactivada” ocurrirá en los próximos dos meses y medio, o se pospondrá para después de enero, porque la Administración estadounidense no puede presentarse a las presidenciales con una aparente derrota o con un riesgo atómico.


Si los rusos avanzan en estos meses, y es posible ya que lo están intentando en Donbass, los planes estratégicos estadounidenses habrán exito pero la Administración Blinken (la llamo así) tendrá que enfrentar una peligrosa crisis de imagen que la hará parecer perdedora demasiado cerca de las elecciones.


El elefantiásico retraso ruso en la ofensiva ha terminado por poner en crisis la planificación estadounidense y Ucrania, que claramente es más europea que Rusia y lo demuestra con su elasticidad y genialidad en las improvisaciones, está intentando aprovecharse de ello.

Si ninguna de las dos opciones se materializa, es decir, la “crisis” nuclear o un avance ruso en el corto plazo, los planes ruso-estadounidenses tendrán que ser revisados porque es difícil que Moscú pueda mantener una guerra tan agotadora durante todo el 2025 dada las deficiencias morales, estratégicas y logísticas que ha mostrado.


Si no se impone una “paz” antes de finales de octubre, Ucrania incluso podría esperar un futuro que hoy parece inimaginable.

Veremos. Probablemente estamos entrando en el trimestre decisivo, no porque el resultado bélico necesariamente ocurra dentro de estos noventa días, sino porque podrían determinar el resultado final del conflicto.

Los textos en los enlaces están todos en italiano. Si desean leerlos o al menos comprenderlos para profundizar en lo que se ha mencionado en el artículo, copien y peguen el texto en cualquier programa de traducción en línea.

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